El comportamiento de la madera frente a los sismos es inmejorable, porque absorbe las fuerzas dinámicas, mejor que otros materiales. La utilización de la madera con estrategias antisímicas, ya era habitual en la construcción tradicional de los países del área mediterránea.
El sismo provoca esfuerzos máximos con duraciones muy breves ante los cuales la madera presenta la ventaja de una mayor resistencia. Para alcanzar un grado aceptable de ductilidad en el comportamiento del conjunto de la estructura, es preciso realizar un diseño cuidadoso de las uniones. Cuando estas se apoyan en elementos metálicos auxiliares (chapas, pernos pasadores,…) permiten grandes deformaciones que disipan la energía producida por el movimiento sísmico. La ligereza propia del material, confiere un comportamiento frente al sismo mejor que otros sistemas más pesados.
Investigaciones recientes están llevando a zonas sísmicas el uso de la madera en estructuras de cierta altura (más de siete plantas) y no sólo a las habituales dos plantas. El éxito en estos edificios en altura radica en el diseño de nudos que permiten la redistribución de rigideces entre las distintas plantas. El comportamiento de las estructuras de madera en terremotos recientes (Italia, Haití, Chile, Japón) fue excepcionalmente bueno según se puede leer en multitud de páginas especializadas.
Existe la creencia en algunos ámbitos de que la construcción en madera implica menor resistencia, durabilidad y mayores condicionamientos estructurales. Sería suficiente con comprobar que es el material más usado en las construcciones de paises con climas extremos para darnos cuenta de la falta de veracidad de la anterior afirmación. Relacionamos a continuación algunas de las características que hacen de la madera un elemento totalmente aconsejable en proyectos de edificación.
La materia prima empleada en la fabricación de la madera laminada proviene de los bosques renovables, el coste energético y ecológico de su transformación es muy bajo en comparación con otros materiales como el acero, el hormigón o el aluminio, siendo reciclable todo el material empleado y los residuos generados.
Las características mecánicas y las posibilidades geométricas de la madera laminada permiten cubrir grandes luces y resolver geometrías complejas a un coste competitivo. La propia naturaleza de estas estructuras permite la fácil sustitución de piezas.
La madera laminada es resistente en ambientes agresivos y corrosivos, lo que la hace ideal para aquellas aplicaciones en los que por sus características otros materiales ven limitado su uso (piscinas cubiertas, plantas químicas, naves de uso ganadero, ambientes industriales agresivos, edificios en zona de costa marítima, etc...).
Siempre se ha tenido prejuicios contra la madera, por ser muy combustible. Pero en compensación, resulta una mala conductora del calor, pues cuando comienza a arder, lo hace en la periferia, produciendo carbón, el cual es un aislante térmico que frena la combustión y protege el material interno. Al contrario de lo que ocurre con materiales como el acero, que al calentarse, pierde rigidez y colapsa, la madera presenta un comportamiento muy predecible y seguro en cuanto al tiempo de estabilidad frente al fuego. La madera laminada es el material que mejor garantiza la estabilidad al fuego exigida por la normativa vigente sin necesidad de ningún tratamiento adicional.
La estructura de madera laminada resulta 10 veces más ligera que la de hormigón y 3 veces que la acero a iguales exigencias estructurales. Esta característica se traduce en pilares y cimentaciones más esbeltos y reducidos, con el consiguiente ahorro económico.
Por su alto grado de prefabricación, el montaje de estructuras de madera laminada se realiza en espacios de tiempo muy cortos. Además se trata de un material de "construcción seca", que no genera residuos ni requieres grandes infraestructuras en obra.
La madera laminada es un producto industrial normalizado y certificado en su diseño, producción y montaje, lo cual garantiza su fiabilidad y durabilidad.